cual es el problema de los derechos humanos
ΒΏCual es el problema de los Derechos Humanos?
Enviado por Jim Kalb TraducciΓ³n: Γ�ngel Vaca Quintanilla
El origen del actual movimiento por los derechos humanos es la DeclaraciΓ³n Universal de los Derechos Humanos (DUDH), que se adoptΓ³ en la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1948. Hoy dΓa, cuando hay tantas cosas en juego en el Mundo y cuando los Estados Unidos luchan contra un enemigo que mezcla el desprecio por estos derechos con la utilizaciΓ³n torticera de los mismos, con el fin de enmascarar sus propias maquinaciones, la DUDH y quΓ© uso podemos darle, adquieren mΓ΅s importancia que nunca.La mayorΓa de nosotros alberga sentimientos encontrados acerca de los denominados Derechos Humanos. Han derribado a tiranos, pero tambiΓ©n han proporcionado cobertura a causas como la correcciΓ³n polΓtica y el feminismo radical. La formaciΓ³n de la ComisiΓ³n de Derechos Humanos de la ONU (de la que EEUU ya no es miembro, pero que Libia estΓ΅ a punto de presidir) y otros acontecimientos recientes, como la Conferencia sobre el Racismo, en Durban, demuestran que aquella corriente que pretendΓa establecer un robusto sistema de derechos reconocidos internacionalmente, se ha deformado terriblemente. Porque, la verdad ΒΏcΓ³mo puede uno tomar en serio a un movimiento que convierte a Libia en lΓder en la custodia de los Derechos Humanos?Parte del problema reside en que el movimiento por los Derechos Humanos y los documentos oficiales de la ONU al respecto, estΓ΅n muy influidos por la Izquierda y van mucho mΓ΅s lejos de la determinaciΓ³n de ciertos patrones mΓnimos de conducta civilizada en los que la gente piensa cuando se habla de "violaciones de los derechos humanos". En nombre de estos derechos, se apoya la consecuciΓ³n por imperativo legal de un programa ideolΓ³gico izquierdista. De esta manera, el movimiento en pro de los Derechos Humanos, ha terminado convirtiΓ©ndose en una suerte de imperialismo de ultraizquierda que, a pesar de que hunde sus raΓces en el progresismo de Occidente, resulta –como demostrΓ³ la Conferencia de Durban- esencialmente antioccidental.La situaciΓ³n se ha vuelto lo bastante grave como para poner en tela de juicio al citado movimiento y, por esto, es necesario un examen minucioso de la DUDH. ΒΏAfirma principios que los norteamericanos puedan suscribir rotundamente? ΒΏO respalda algunas de las tendencias discutibles del mencionado movimiento? Y, sean cuales sean las respuestas ΒΏquΓ© podemos hacer al respecto?La DUDH naciΓ³ en el seno de un comitΓ© internacional de la ONU presidido por Eleanor Roosevelt. Se adoptΓ³ poco despuΓ©s de la Gran DepresiΓ³n y de la Segunda Guerra Mundial y, por tanto, es un reflejo de su tiempo. Se fundamentaba en la idea, de la Γ©poca posterior al Holocausto, de que existen ciertos valores que todos los gobiernos deben seguir pero, tambiΓ©n, en un aparente descrΓ©dito del liberalismo clΓ΅sico y la Derecha tradicional. El futuro, por lo que parecΓa, serΓa progresista-socialista y, daba la impresiΓ³n, la mΓ΅s fundada esperanza de paz internacional y progreso social se inspiraba en un resumen de los principios del New Deal, la socialdemocracia y el comunismo soviΓ©tico.El comitΓ© se basΓ³ en estos conceptos cuando tratΓ³ de redactar aquella declaraciΓ³n que pretendΓa sentar las bases de unas pautas de conducta que todos los gobiernos deberΓan acatar. Como ocurre con cualquier otro principio moral, los Derechos Humanos pueden entenderse de varias formas, pero, para que sean un cΓ³digo Γ©tico comΓΊn, tienen que tener una interpretaciΓ³n concreta. Por esto, la DUDH debΓa especificar en quΓ© consisten tales derechos, lo cual se llevΓ³ a cabo segΓΊn la interpretaciΓ³n del progresismo occidental y mediante el intento –en tiempos de guerra- de conciliar concepciones distintas de los mismos.Usando como guΓa las Cuatro Libertades de Franklin Roosevelt, la DUDH trata de combinar la tradiciΓ³n anglosajona de los derechos como limitaciΓ³n al poder del gobierno, con el concepto de la Europa continental de los derechos como poderes del gobierno. La primera, ejemplificada en la DeclaraciΓ³n de Independencia de los Estados Unidos, interpreta tales derechos como restricciones a la influencia del gobierno sobre los individuos: el poder no debe interferir en la libertad de expresiΓ³n ni de credo, debe respetar la propiedad privada, debe seguir los procedimientos establecidos por la Ley, etc. La segunda, otorga al gobierno la misiΓ³n de construir el entorno en el que los ciudadanos vivirΓ΅n y, por tanto, se centra mΓ΅s bien en la educaciΓ³n, la seguridad social, la vivienda, etc.Estos dos enfoques son muy distintos. Uno de ellos afirma que el gobierno debe dejar en paz a los ciudadanos y, el otro, que el gobierno tiene que construir el marco social en el que los ciudadanos puedan vivir una existencia satisfactoria. El primero trata al gobierno –el poder organizado- como algo intrΓnsecamente peligroso e intenta guardar a los ciudadanos de su influencia. El segundo lleva a un patrΓ³n abierto de control social que, inevitablemente, choca con la tradiciΓ³n anglosajona de libertades civiles. Es, de hecho, un caldo de cultivo para el totalitarismo. Cuando ambos conceptos colisionan, normalmente acaba ganando el de la Europa continental, dado que concede mΓ΅s poder al gobierno y a sus adlΓ΅teres, con lo que resulta que son Γ©stos y aquΓ©l los que tienen la ΓΊltima palabra. Y he aquΓ lo que sucediΓ³ con el movimiento en pro de los Derechos Humanos: lo que tendrΓa que haber sido una corriente que buscara evitar la repeticiΓ³n de horrores pasados, limitando el poder del gobierno, se acabΓ³ convirtiendo en una corriente que ha dado mΓ΅s poder al gobierno.La DUDH contiene muchas ambigΓΌedades y puntos oscuros a lo largo de sus 30 artΓculos. Incluye algo que, a primera vista, parece un inventario de cosas que van desde la inmunidad al arresto arbitrario, la tortura y la ejecuciΓ³n sin juicio previo, hasta consideraciones sobre los derechos de autor, las leyes contra la calumnia y la difamaciΓ³n y el derecho a disfrutar de vacaciones pagadas. Se dice que a los trabajadores se les debe pagar segΓΊn lo que hagan y lo que necesiten. Concede a todos "el derecho de participar libremente en la vida cultural de sus comunidades, a disfrutar del arte y a compartir los avances cientΓficos y sus beneficios". De hecho, toca todos los aspectos mΓ΅s importantes de la vida en sociedad.La declaraciΓ³n parece lo que en realidad es: el resultado de un comitΓ© heterogΓ©neo, que se encargΓ³ de su redacciΓ³n. No obstante, en el fondo es muy coherente; en concreto, es fundamentalmente estatista y, a pesar de sus muchas ambigΓΌedades, deja bien claras ciertas ideas. Para empezar, se afirma que sus principios son de la mΓ΅xima importancia, hasta el punto de que, en ocasiones, se emplea una retΓ³rica totalitaria, como "unos logros comunes para todos los pueblos y todas las naciones, hasta que cada individuo y cada instituciΓ³n de la Sociedad, siempre con esta DeclaraciΓ³n en mente, se esfuercen, enseΓ±ando y educando, en promover el respeto a estos derechos y libertades y, mediante medidas progresivas, nacionales e internacionales, consigan garantizar su reconocimiento efectivo y su observancia universal." (El Γ©nfasis es mΓo).
La importancia de la DUDH y del movimiento que la respalda no es, sin embargo, simple retΓ³rica. Un detalle asombroso del documento, al menos, para los que estΓ΅n acostumbrados al Derecho anglosajΓ³n tradicional, es el hecho de que no se protege a quienes se sitΓΊen en una posiciΓ³n contraria a la ONU, tal y como se deduce del artΓculo 29, pΓ΅rrafo 3:
"Estos derechos y libertades no se podrΓ΅n ejercer, en ningΓΊn caso, en oposiciΓ³n a los propΓ³sitos de las Naciones Unidas". La DUDH, por tanto, no reconoce los derechos de quienes que vayan contra la autoridad que los impone, sino sΓ³lo contra autoridades menores. Este detalle hace que los "derechos humanos" que se estΓ΅n proclamando, se asemejen a esa "diversidad" y esa "tolerancia" que reclama la izquierda progresista actual, que, como es notorio, sΓ³lo funcionan en un sentido y estΓ΅ claramente reΓ±ido con la DeclaraciΓ³n de Independencia de los Estados Unidos, que protege a todas las partes y se aplica, sobre todo, al propio Estado Federal.Por si quedaran dudas acerca de la necesidad de excluir de la DUDH a las acciones encaminadas a apoyar a la ONU y sus principios, el ArtΓculo 14 dice:
"1. Toda persona perseguida tiene derecho a pedir y conseguir asilo polΓtico en otro paΓs.2. Este derecho no podrΓ΅ ejercerse en el caso de una persecuciΓ³n por crΓmenes puramente apolΓticos, o por acciones contrarias a los principios y propΓ³sitos de las Naciones Unidas". Por lo tanto, la DUDH deja bien claro que si un individuo actΓΊa de forma "contraria a los principios y propΓ³sitos de las Naciones Unidas" (por ejemplo, publicando un artΓculo que cuestione la propia DeclaraciΓ³n), queda desprotegido y sin derecho a pedir refugio por causa de una persecuciΓ³n que, en cualquier otro contexto, serΓa considerada como polΓtica. La disposiciΓ³n fue aΓ±adida a peticiΓ³n de la UniΓ³n SoviΓ©tica, en relaciΓ³n con sus exigencias de repatriaciΓ³n forzosa de los ciudadanos soviΓ©ticos exiliados tras la Segunda Guerra Mundial, repatriaciΓ³n que condujo al brutal asesinato de cientos de miles de personas, incluyendo a antiguos prisioneros de guerra. A pesar de esto, dicha disposiciΓ³n se aplica con carΓ΅cter general y estΓ΅ en la lΓnea de otras similares en la DUDH y de documentos posteriores sobre los "derechos humanos".De este modo, la DeclaraciΓ³n sugiere un punto de vista, bastante comΓΊn en el doctrinario ideolΓ³gico de izquierdas, que afirma la existencia de un orden universal de las cosas contra el que toda oposiciΓ³n debe prohibirse, dado que sus objetivos ΓΊltimos son inequΓvocamente transparentes y buenos (al contrario que los de las autoridades menores), por mucha sangre que derramen en el proceso de su aplicaciΓ³n.Otras disposiciones insinΓΊan la construcciΓ³n de un nuevo orden:
"Toda persona tiene derecho a un orden social internacional en el que los derechos y libertades que se afirman en esta DeclaraciΓ³n, puedan realizarse completamente".[ArtΓculo 28]."La educaciΓ³n debe promover el entendimiento, la tolerancia y la amistad entre las naciones y grupos raciales o religiosos, y deben reforzar las actuaciones de las Naciones Unidas en pro del mantenimiento de la paz".[ArtΓculo 26, pΓ΅rrafo 2]. Todos los niΓ±os deben educarse para aceptar ese nuevo orden mundial proyectado, que garantizarΓ΅ una serie de "derechos civiles, polΓticos, econΓ³micos, sociales y culturales". En la tradiciΓ³n anglosajona, los dos primeros se consideran restricciones aplicables al Gobierno, aunque gozan de excepciones, en aras de la polΓtica pΓΊblica (por ejemplo, "el orden y el bienestar pΓΊblicos") tan amplias, que son bastante poco sΓ³lidos. Los tres siguientes provienen de la tradiciΓ³n europea y son de tendencia socialista.
"Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a disfrutar de una seguridad social y, a travΓ©s del esfuerzo nacional, la cooperaciΓ³n internacional y, en funciΓ³n de la organizaciΓ³n y los recursos de cada Estado, a la satisfacciΓ³n de los derechos econΓ³micos, sociales y culturales indispensables para garantizar su dignidad y el libre desarrollo de su personalidad".[ArtΓculo 22]."Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado para su salud y bienestar, y los de su familia...".[ArtΓculo 25, pΓ΅rrafo 1]."Toda persona tiene derecho a un puesto de trabajo, a la libre elecciΓ³n del mismo, a unas condiciones justas y favorables y a la protecciΓ³n contra el desempleo".[ArtΓculo 23, pΓ΅rrafo 1]."Todo trabajador tiene derecho a percibir una remuneraciΓ³n justa que garantice, para Γ©l y para su familia, una existencia digna y, si procede, a otras formas de protecciΓ³n social".[ArtΓculo 23, pΓ΅rrafo 3]."Toda persona tiene derecho al ocio y al descanso, incluyendo una limitaciΓ³n razonable de las horas de trabajo y vacaciones pagadas periΓ³dicas".[ArtΓculo 24]. El artΓculo 22 sugiere una cierta deferencia hacia la organizaciΓ³n de un estado determinado y, por tanto, parece que deja la puerta abierta a soluciones no estatistas. No obstante, esos beneficios sociales, econΓ³micos y culturales a los que, se dice, todo el mundo tiene derecho, son tan amplios que implican una fΓ©rrea administraciΓ³n centralizada de la vida social; de otro modo, no podrΓan garantizarse y, por tanto, perderΓan todo sentido prΓ΅ctico. La referencia al "esfuerzo nacional" va, precisamente, en esa direcciΓ³n. La DUDH, por tanto, se puede considerar socialista o, al menos, fuertemente tendente al concepto del Estado del Bienestar, aunque no exige ningΓΊn tipo concreto de organizaciΓ³n del Γ΅mbito econΓ³mico.Los neoconservadores que respaldan la DUDH argumentan que sus disposiciones a favor de la familia refutan cualquier afirmaciΓ³n de la esencia izquierdista y estatista del documento, y seΓ±alan que se declara que "la familia es la unidad natural y fundamental de la sociedad" (ArtΓculo 16, pΓ΅rrafo 3), defiende un salario familiar (ArtΓculos 23 y 25) y otorga a los padres el derecho a decidir la educaciΓ³n de sus hijos (ArtΓculo 26, pΓ΅rrafo 3).La cuestiΓ³n es que un puΓ±ado de disposiciones aisladas no bastan para cambiar la naturaleza de la DeclaraciΓ³n que, de forma clarΓsima, se aleja de relaciones y autoridades locales, y se aproxima a unos esquemas universales que sΓ³lo pueden ser llevados a la prΓ΅ctica por medio de la burocracia. La familia no estΓ΅ aislada del mundo que la rodea, y la experiencia demuestra que, en el ambiente del Estado del Bienestar, se fragmenta. El pΓ΅rrafo 2 del ArtΓculo 25, que afirma que "todos los niΓ±os, hayan nacido o no en el seno de un matrimonio, tienen derecho a disfrutar de la misma protecciΓ³n social", puede interpretarse como un sΓntoma de lo que estaba por venir: que la afirmaciΓ³n de que si el matrimonio tiene alguna importancia como instituciΓ³n social, los niΓ±os que nazcan bajo Γ©l han de tener mΓ΅s protecciΓ³n social que los que nazcan fuera de Γ©l, acabe considerΓ΅ndose contraria a la DUDH. Es por esto por lo que el respaldo de la DeclaraciΓ³n a la familia es mΓ΅s que dudoso.Y lo que estaba por venir despuΓ©s de la DUDH, evidentemente, era la radicalizaciΓ³n del movimiento pro-derechos humanos. Y es que, resulta obvio que, hoy en dΓa, entre tales derechos se incluye uno, universal, a disfrutar de un Estado de Bienestar polΓticamente correcto. Por ello, el Convenio Internacional por los Derechos EconΓ³micos, Sociales y Culturales, uno de tantos acuerdos que, junto con la DUDH conforma la DeclaraciΓ³n Internacional de los Derechos Humanos, establece "el derecho de todo individuo a un nivel de vida adecuado… y a la mejora continua de la calidad de vida", ademΓ΅s del "disfrute del mΓ΅ximo nivel posible de salud fΓsica y mental". Todos los paΓses estΓ΅n obligados a garantizar estos derechos "con todos los medios de que dispongan… de todas las maneras apropiadas, incluyendo, especialmente, la adopciΓ³n de medidas legislativas". El bienestar econΓ³mico y sanitario universal son objetivos deseables. Lo difΓcil es, sin embargo, imaginar cΓ³mo se puede garantizar ese bienestar, para todos los individuos, en todas partes, sino es recurriendo a una especie de Estado del Bienestar omnipresente.Los aspectos polΓticamente correctos de los documentos posteriores a la DeclaraciΓ³n son aΓΊn mΓ΅s ambiciosos. Bastan unos pocos ejemplos para ilustrar esta afirmaciΓ³n:1. La ConvenciΓ³n para la EliminaciΓ³n de Cualquier Forma de DiscriminaciΓ³n hacia las Mujeres, que fue ratificada por 170 paΓses (entre los que no se contaba Estados Unidos) pide, explΓcitamente, la reeducaciΓ³n masiva y polΓticamente correcta de sociedades enteras. Exige a los gobiernos que "tomen todas las medidas necesarias para modificar los patrones de conducta social y cultural de hombre y mujeres, con la vista puesta en la eliminaciΓ³n de prejuicios y arbitrariedades, y de cualquier prΓ΅ctica que se base en… los roles estereotΓpicos de hombres y mujeres".2. La ConvenciΓ³n para los Derechos del NiΓ±o (CRC, por sus siglas en inglΓ©s) es el tratado internacional mΓ΅s respaldado de la Historia; los ΓΊnicos dos paΓses que no lo han ratificado son Estados Unidos y Somalia. Sus disposiciones son la prueba de hasta quΓ© punto la ideologΓa progresista es capaz de triunfar sobre la realidad y el sentido comΓΊn en los documentos sobre los Derechos Humanos. A primera vista, la CRC garantiza unas libertades en lo referente al derecho a recibir informaciΓ³n (ArtΓculo 13) y al de asociaciΓ³n (ArtΓculo 15), que son tan amplias que acaban convirtiendo la simple supervisiΓ³n paterna de lo que los niΓ±os ven en la televisiΓ³n, o de sus reuniones, como una cuestiΓ³n de Derechos Humanos.3. Las aplicaciones de la CRC tampoco son mucho mΓ΅s tranquilizadoras: el comitΓ© de la ONU encargado de dicha aplicaciΓ³n, reprendiΓ³ al Reino Unido por permitir que algunos padres sacaran a sus hijos de unos cursillos escolares de educaciΓ³n sexual. Y la FederaciΓ³n Internacional de PlanificaciΓ³n Familiar, una organizaciΓ³n influyente y respetada en el Γ΅mbito de los gestores de los Derechos Humanos, en las Naciones Unidas, aparentemente defiende que la CRC respalde el derecho de los niΓ±os a ser sexualmente activos y a abortar cuando lo estimen necesario, independientemente de las leyes y costumbres locales, y sin contar con el consentimiento o la mediaciΓ³n de los padres.No parece que estΓ© muy claro quΓ© tiene que ver todo esto con lo que la mayorΓa de la gente entiende por protegerse de una violaciΓ³n de los Derechos Humanos, o por quΓ© ha de ser necesario redactar extensΓsimos acuerdos internacionales que regulen aspectos de la vida que son tan locales y que estΓ΅n tan arraigados en las tradiciones morales y religiosas de cada regiΓ³n del mundo, como el cuidado de los niΓ±os o las nociones populares de lo que debe ser el comportamiento apropiado de hombres y mujeres.Es evidente que se ha perdido el norte y que se ha utilizado el deseo, tan extendido, de evitar que horrores como el del Holocausto puedan repetirse, para defender objetivos discutibles. Tampoco es que sea Γ©ste un problema nuevo: la interpretaciΓ³n de la DUDH que se ofrece en este artΓculo demuestra que, desde el principio, se ha tendido a transformar los Derechos Humanos, de unos pocos principios universalmente aceptados que prohibieran atrocidades evidentes como la esclavitud, la tortura o el genocidio, a una extensa normativa para ordenar todas las sociedades mundiales.Precisamente, del intento de crear semejante normativa, por parte de diplomΓ΅ticos y expertos internacionales, surgen los defectos del movimiento pro Derechos Humanos, porque se estΓ΅n ignorando los principios fundamentales de un gobierno libre: que el poder no debe ir de arriba abajo, que el orden pΓΊblico y la moral emanan de la historia, se reflejan en la experiencia concreta y deben ser definidos y observados por cada individuo, dentro de un orden bastante flexible. Ese es el significado del auto-gobierno. Los gobiernos de los Estados Unidos y de JapΓ³n no son iguales y, por eso, no se les puede obligar a que actΓΊen igual, ya que las diferencias que existen entre ellos afectan, inevitablemente, a la interpretaciΓ³n que dan a derechos y obligaciones. Aunque las formas sean las mismas, el fondo difiere en ciertos aspectos.El problema que plantea un cΓ³digo de conducta que vaya mΓ΅s allΓ΅ de la mera prohibiciΓ³n de acciones claramente abusivas, es que no se puede basar en la experiencia y el punto de vista de cualquier sociedad. Al exceder los principios mΓ΅s abstractos y limitados (y ha de hacerlo, para tener alguna utilidad), no hace sino reflejar el enfoque particular de quienes lo redactan, el de sus amigos, el de sus allegados y el de sus aliados. Es precisamente ese enfoque particular el que hace que un cΓ³digo Γ©tico universal se convierta en algo autoritario allΓ΅ donde se aplique. Por esto, no sorprende que la tendencia mΓ΅s llamativa de los "derechos humanos" perfilados por la ONU, consista en transferir el poder, de las instituciones locales y privadas, a una serie de expertos y de Γ©lites internacionales que son quienes los redactan (y que no ven ningΓΊn problema en decirle al Mundo cΓ³mo debe comportarse). Es lΓ³gico, por tanto, que haya unas tendencias socialistoides y antifamiliares inherentes a la DeclaraciΓ³n.ΒΏY ahora quΓ©?Los derechos humanos progresistas, igual que la doctrina progresista en general, tienen una serie de fallos muy importantes, y han sido criticados enΓ©rgicamente tanto por la Derecha tradicional, como por la Izquierda relativista o por los realistas escΓ©pticos. El socialismo, la correcciΓ³n polΓtica y el gobierno mundial no son sino intentos de demoler completamente las diferencias entre clases, pueblos y otros grupos; diferencias que son, hasta cierto punto, inevitables en cualquier sociedad humana. La historia del siglo pasado demuestra hasta quΓ© punto pueden resultar devastadores tales intentos, y por esto, el gobierno estadounidense no debe respaldarlos. La conclusiΓ³n es que no podemos aceptar totalmente el movimiento pro Derechos Humanos tal y como se ha entendido hasta ahora.Hay que decir, no obstante, que la idea de unos Derechos Humanos ha probado ser bastante efectiva a la hora de promover el rechazo a las maldades mΓ΅s evidentes, y es por esto por lo que el concepto se ha granjeado el apoyo de mucha gente a lo largo y ancho del mundo, incluyendo a muchas personas cuyos principios chocan frontalmente con los del progresismo. A pesar de las dificultades que se plantean a la hora de definirla de modo concreto, la idea de los Derechos Humanos representa el principio Γ©tico de que hay una serie de normas de conducta universales a las que todo gobierno deberΓa ceΓ±irse. Y este es un principio que merece la pena salvaguardar, por cuanto ha erosionado a muchos tiranos y ha espoleado a los reformistas en todas partes, desde China a SudamΓ©rica y, en algunas ocasiones, sus resultados han sido tan beneficiosos y espectaculares como la caΓda del Muro de BerlΓn.Hay regΓmenes que actΓΊan de un modo espantoso. Y, normalmente, no sΓ³lo suponen un peligro para los ciudadanos de paΓses vecinos, sino tambiΓ©n para los propios. En el mundo MusulmΓ΅n, hoy dΓa, la nociΓ³n de unos derechos universales del ser humano puede servir de respaldo a alternativas a las interpretaciones del Islam agresivas e intolerantes que ponen en jaque la paz y el bienestar de todos nosotros. Es por este motivo por lo que denunciar los abusos y las atrocidades de determinados regΓmenes, no sΓ³lo es bueno polΓticamente, sino tambiΓ©n moralmente. El concepto de "Derechos Humanos" supone la definiciΓ³n de un lenguaje, sin el cual, difΓcilmente podrΓan llevarse a cabo dichas denuncias y, por ello, la defensa de tales derechos debe seguir siendo uno de los pilares de la polΓtica exterior estadounidense. Para conseguirlo, es necesario que haya una cierta continuidad en determinadas instituciones y compromisos. Sin embargo, si queremos garantizar que los "derechos humanos" promueven, efectivamente, la libertad y el bienestar, hemos de oponernos a cualquier interpretaciΓ³n, que se haga de ellos, encaminada a derruir el concepto de autogobierno y a expandir, de forma irrestricta, los poderes y competencias de los regΓmenes.En ocasiones, aunque unos principios sean correctos en su origen, acaban por volverse inadecuados si se mantienen inalterados a lo largo del tiempo; es por esto por lo que la defensa de los intereses nacionales requiere cierta flexibilidad. No obstante, dado que estamos tratando un asunto que linda con los fundamentos esenciales de la libertad y el bienestar de los paΓses, es necesario tener las cosas claras: Estados Unidos debe defender rotundamente su propio concepto de los derechos humanos y su papel en el orden internacional. No podemos aceptar o alabar los "estΓ΅ndares internacionales" por el simple hecho de que son el producto de determinados organismos y porque las clases dirigentes de otros paΓses los hayan ratificado, por la razΓ³n que sea. (Razones entre las que se suelen contar, por cierto, el prestigio nacional, la indiferencia ante compromisos difΓcilmente defendibles y la inevitable atracciΓ³n que las clases dirigentes sienten por cualquier cosa que implique centralizaciΓ³n y por cualquier tipo de convenio que consiga que no se les pueda pedir responsabilidades).La postura de Estados Unidos en lo que respecta a los derechos humanos deberΓa ser la de subrayar la preocupaciΓ³n, nacida tras el Holocausto, por la protecciΓ³n contra regΓmenes cuyas acciones son tan tremendas que llegan a causar el rechazo internacional, y la de enfatizar la tradiciΓ³n anglosajona de la limitaciΓ³n del poder del gobierno. DeberΓa, ademΓ΅s, oponerse a unos derechos humanos entendidos como la promociΓ³n de la equidad y el estado del bienestar a travΓ©s de continuas intervenciones burocrΓ΅ticas en la sociedad civil, aunque podrΓa aceptarse la mitigaciΓ³n de las desigualdades y la asistencia a los pobres como metas vΓ΅lidas que cada pueblo trate de alcanzar del modo que considere mΓ΅s conveniente. Por esto, convendrΓa refutar el dogma actual que proclama que los derechos humanos y cualquier cosa que tenga relaciΓ³n con ellos, forman un todo indivisible. SerΓa recomendable que se resaltaran las ventajas de la independencia y el autogobierno de todos los paΓses y de un enfoque limitado y concreto de los derechos humanos, haciendo notar, sin ambages, las implicaciones totalitarias que tiene el concepto contrario. AdemΓ΅s, Estados Unidos deberΓa mostrarse muy escΓ©ptico ante cualquier propuesta de convertir los derechos humanos en obligaciones legales formales, en lugar de compromisos polΓticos comunes."Los derechos humanos internacionales" son polΓticos, y lo mΓ΅s probable es que lo sigan siendo. Son prueba fehaciente de ello cosas como la Conferencia de las Naciones Unidas contra el Racismo, en Durban (con Libia a la cabeza), o los intentos, por parte de extremistas culturales, de camuflar sus programas ideolΓ³gicos bajo la apariencia de derechos humanos. SerΓa mucho mΓ΅s honesto y productivo admitir abiertamente esta circunstancia y actuar en consecuencia: los derechos humanos no son un cΓ³digo Γ©tico, sino un sΓmbolo polΓtico que se encuentra detrΓ΅s de cualquier logro alcanzado por sus promotores. Si las denuncias del comportamiento indignante de Γ©stos, la apelaciΓ³n a unos valores comunes y la afirmaciΓ³n retΓ³rica de ciertos principios universales no bastan para unir a la oposiciΓ³n, mucho menos lo conseguirΓ΅ el hecho de que varios abogados internacionales consideren que la conducta de dichos promotores choca con sus declaraciones formales.La interpretaciΓ³n de los derechos humanos que se sugiere aquΓ serΓ΅ mucho mΓ΅s efectiva si Estados Unidos respeta, cuanto sea posible, los compromisos y sΓmbolos ya establecidos. Dado que el concepto de "derechos humanos" es, en esencia, debatible, puede sernos ΓΊtil una nueva lectura del mismo. Hemos demostrado que, si se interpreta literalmente, la DUDH no sΓ³lo aparece plagada de errores sino que, incluso, resulta peligrosa. Por ejemplo, las disposiciones concernientes a la peticiΓ³n de asilo, estΓ΅n manchadas con la sangre de la OperaciΓ³n Keelhaul (Pasar por la quilla). Por tanto, hemos de insistir, la declaraciΓ³n no debe interpretarse de un modo fundamentalista, sino como un documento histΓ³rico, reflejo de la Γ©poca en la que se redactΓ³, pero que ha de entenderse a la luz de la experiencia y la reflexiΓ³n posteriores.La DUDH no se redactΓ³ con el Γ΅nimo de que se convirtiera en la ΓΊltima palabra, sino en una declaraciΓ³n de principios y aspiraciones. Sus objetivos principales han sido respaldar la idea de que el gobierno no debe ser absoluto, y hacer las veces del sΓmbolo del compromiso comΓΊn por un mundo mejor. Proponer que la visiΓ³n estadounidense de los derechos humanos es la mΓ΅s apropiada en la actualidad implica afirmar que la DUDH debe interpretarse en consecuencia, esto es, que las disposiciones que promueven el logro de metas sociales han de perder mucho peso, en favor de las que limitan la acciΓ³n de los gobiernos, y que los derechos humanos deben aplicarse, en la misma medida, a las causas defendidas por los progresistas y a las que nos les gustan. Estos son los argumentos que Estados Unidos deberΓa utilizar en el foro mundial, abierta, honesta y enΓ©rgicamente, ya que, a no ser que prevalezcan, lo mΓ΅s probable es que los "derechos humanos" sirvan de avanzadilla de la tiranΓa, y no de la libertad y el bien pΓΊblico.
Enviado por Jim Kalb TraducciΓ³n: Γ�ngel Vaca Quintanilla Contactar http://www.liberalismo.org
Enviado por Jim Kalb TraducciΓ³n: Γ�ngel Vaca Quintanilla
El origen del actual movimiento por los derechos humanos es la DeclaraciΓ³n Universal de los Derechos Humanos (DUDH), que se adoptΓ³ en la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1948. Hoy dΓa, cuando hay tantas cosas en juego en el Mundo y cuando los Estados Unidos luchan contra un enemigo que mezcla el desprecio por estos derechos con la utilizaciΓ³n torticera de los mismos, con el fin de enmascarar sus propias maquinaciones, la DUDH y quΓ© uso podemos darle, adquieren mΓ΅s importancia que nunca.La mayorΓa de nosotros alberga sentimientos encontrados acerca de los denominados Derechos Humanos. Han derribado a tiranos, pero tambiΓ©n han proporcionado cobertura a causas como la correcciΓ³n polΓtica y el feminismo radical. La formaciΓ³n de la ComisiΓ³n de Derechos Humanos de la ONU (de la que EEUU ya no es miembro, pero que Libia estΓ΅ a punto de presidir) y otros acontecimientos recientes, como la Conferencia sobre el Racismo, en Durban, demuestran que aquella corriente que pretendΓa establecer un robusto sistema de derechos reconocidos internacionalmente, se ha deformado terriblemente. Porque, la verdad ΒΏcΓ³mo puede uno tomar en serio a un movimiento que convierte a Libia en lΓder en la custodia de los Derechos Humanos?Parte del problema reside en que el movimiento por los Derechos Humanos y los documentos oficiales de la ONU al respecto, estΓ΅n muy influidos por la Izquierda y van mucho mΓ΅s lejos de la determinaciΓ³n de ciertos patrones mΓnimos de conducta civilizada en los que la gente piensa cuando se habla de "violaciones de los derechos humanos". En nombre de estos derechos, se apoya la consecuciΓ³n por imperativo legal de un programa ideolΓ³gico izquierdista. De esta manera, el movimiento en pro de los Derechos Humanos, ha terminado convirtiΓ©ndose en una suerte de imperialismo de ultraizquierda que, a pesar de que hunde sus raΓces en el progresismo de Occidente, resulta –como demostrΓ³ la Conferencia de Durban- esencialmente antioccidental.La situaciΓ³n se ha vuelto lo bastante grave como para poner en tela de juicio al citado movimiento y, por esto, es necesario un examen minucioso de la DUDH. ΒΏAfirma principios que los norteamericanos puedan suscribir rotundamente? ΒΏO respalda algunas de las tendencias discutibles del mencionado movimiento? Y, sean cuales sean las respuestas ΒΏquΓ© podemos hacer al respecto?La DUDH naciΓ³ en el seno de un comitΓ© internacional de la ONU presidido por Eleanor Roosevelt. Se adoptΓ³ poco despuΓ©s de la Gran DepresiΓ³n y de la Segunda Guerra Mundial y, por tanto, es un reflejo de su tiempo. Se fundamentaba en la idea, de la Γ©poca posterior al Holocausto, de que existen ciertos valores que todos los gobiernos deben seguir pero, tambiΓ©n, en un aparente descrΓ©dito del liberalismo clΓ΅sico y la Derecha tradicional. El futuro, por lo que parecΓa, serΓa progresista-socialista y, daba la impresiΓ³n, la mΓ΅s fundada esperanza de paz internacional y progreso social se inspiraba en un resumen de los principios del New Deal, la socialdemocracia y el comunismo soviΓ©tico.El comitΓ© se basΓ³ en estos conceptos cuando tratΓ³ de redactar aquella declaraciΓ³n que pretendΓa sentar las bases de unas pautas de conducta que todos los gobiernos deberΓan acatar. Como ocurre con cualquier otro principio moral, los Derechos Humanos pueden entenderse de varias formas, pero, para que sean un cΓ³digo Γ©tico comΓΊn, tienen que tener una interpretaciΓ³n concreta. Por esto, la DUDH debΓa especificar en quΓ© consisten tales derechos, lo cual se llevΓ³ a cabo segΓΊn la interpretaciΓ³n del progresismo occidental y mediante el intento –en tiempos de guerra- de conciliar concepciones distintas de los mismos.Usando como guΓa las Cuatro Libertades de Franklin Roosevelt, la DUDH trata de combinar la tradiciΓ³n anglosajona de los derechos como limitaciΓ³n al poder del gobierno, con el concepto de la Europa continental de los derechos como poderes del gobierno. La primera, ejemplificada en la DeclaraciΓ³n de Independencia de los Estados Unidos, interpreta tales derechos como restricciones a la influencia del gobierno sobre los individuos: el poder no debe interferir en la libertad de expresiΓ³n ni de credo, debe respetar la propiedad privada, debe seguir los procedimientos establecidos por la Ley, etc. La segunda, otorga al gobierno la misiΓ³n de construir el entorno en el que los ciudadanos vivirΓ΅n y, por tanto, se centra mΓ΅s bien en la educaciΓ³n, la seguridad social, la vivienda, etc.Estos dos enfoques son muy distintos. Uno de ellos afirma que el gobierno debe dejar en paz a los ciudadanos y, el otro, que el gobierno tiene que construir el marco social en el que los ciudadanos puedan vivir una existencia satisfactoria. El primero trata al gobierno –el poder organizado- como algo intrΓnsecamente peligroso e intenta guardar a los ciudadanos de su influencia. El segundo lleva a un patrΓ³n abierto de control social que, inevitablemente, choca con la tradiciΓ³n anglosajona de libertades civiles. Es, de hecho, un caldo de cultivo para el totalitarismo. Cuando ambos conceptos colisionan, normalmente acaba ganando el de la Europa continental, dado que concede mΓ΅s poder al gobierno y a sus adlΓ΅teres, con lo que resulta que son Γ©stos y aquΓ©l los que tienen la ΓΊltima palabra. Y he aquΓ lo que sucediΓ³ con el movimiento en pro de los Derechos Humanos: lo que tendrΓa que haber sido una corriente que buscara evitar la repeticiΓ³n de horrores pasados, limitando el poder del gobierno, se acabΓ³ convirtiendo en una corriente que ha dado mΓ΅s poder al gobierno.La DUDH contiene muchas ambigΓΌedades y puntos oscuros a lo largo de sus 30 artΓculos. Incluye algo que, a primera vista, parece un inventario de cosas que van desde la inmunidad al arresto arbitrario, la tortura y la ejecuciΓ³n sin juicio previo, hasta consideraciones sobre los derechos de autor, las leyes contra la calumnia y la difamaciΓ³n y el derecho a disfrutar de vacaciones pagadas. Se dice que a los trabajadores se les debe pagar segΓΊn lo que hagan y lo que necesiten. Concede a todos "el derecho de participar libremente en la vida cultural de sus comunidades, a disfrutar del arte y a compartir los avances cientΓficos y sus beneficios". De hecho, toca todos los aspectos mΓ΅s importantes de la vida en sociedad.La declaraciΓ³n parece lo que en realidad es: el resultado de un comitΓ© heterogΓ©neo, que se encargΓ³ de su redacciΓ³n. No obstante, en el fondo es muy coherente; en concreto, es fundamentalmente estatista y, a pesar de sus muchas ambigΓΌedades, deja bien claras ciertas ideas. Para empezar, se afirma que sus principios son de la mΓ΅xima importancia, hasta el punto de que, en ocasiones, se emplea una retΓ³rica totalitaria, como "unos logros comunes para todos los pueblos y todas las naciones, hasta que cada individuo y cada instituciΓ³n de la Sociedad, siempre con esta DeclaraciΓ³n en mente, se esfuercen, enseΓ±ando y educando, en promover el respeto a estos derechos y libertades y, mediante medidas progresivas, nacionales e internacionales, consigan garantizar su reconocimiento efectivo y su observancia universal." (El Γ©nfasis es mΓo).
La importancia de la DUDH y del movimiento que la respalda no es, sin embargo, simple retΓ³rica. Un detalle asombroso del documento, al menos, para los que estΓ΅n acostumbrados al Derecho anglosajΓ³n tradicional, es el hecho de que no se protege a quienes se sitΓΊen en una posiciΓ³n contraria a la ONU, tal y como se deduce del artΓculo 29, pΓ΅rrafo 3:
"Estos derechos y libertades no se podrΓ΅n ejercer, en ningΓΊn caso, en oposiciΓ³n a los propΓ³sitos de las Naciones Unidas". La DUDH, por tanto, no reconoce los derechos de quienes que vayan contra la autoridad que los impone, sino sΓ³lo contra autoridades menores. Este detalle hace que los "derechos humanos" que se estΓ΅n proclamando, se asemejen a esa "diversidad" y esa "tolerancia" que reclama la izquierda progresista actual, que, como es notorio, sΓ³lo funcionan en un sentido y estΓ΅ claramente reΓ±ido con la DeclaraciΓ³n de Independencia de los Estados Unidos, que protege a todas las partes y se aplica, sobre todo, al propio Estado Federal.Por si quedaran dudas acerca de la necesidad de excluir de la DUDH a las acciones encaminadas a apoyar a la ONU y sus principios, el ArtΓculo 14 dice:
"1. Toda persona perseguida tiene derecho a pedir y conseguir asilo polΓtico en otro paΓs.2. Este derecho no podrΓ΅ ejercerse en el caso de una persecuciΓ³n por crΓmenes puramente apolΓticos, o por acciones contrarias a los principios y propΓ³sitos de las Naciones Unidas". Por lo tanto, la DUDH deja bien claro que si un individuo actΓΊa de forma "contraria a los principios y propΓ³sitos de las Naciones Unidas" (por ejemplo, publicando un artΓculo que cuestione la propia DeclaraciΓ³n), queda desprotegido y sin derecho a pedir refugio por causa de una persecuciΓ³n que, en cualquier otro contexto, serΓa considerada como polΓtica. La disposiciΓ³n fue aΓ±adida a peticiΓ³n de la UniΓ³n SoviΓ©tica, en relaciΓ³n con sus exigencias de repatriaciΓ³n forzosa de los ciudadanos soviΓ©ticos exiliados tras la Segunda Guerra Mundial, repatriaciΓ³n que condujo al brutal asesinato de cientos de miles de personas, incluyendo a antiguos prisioneros de guerra. A pesar de esto, dicha disposiciΓ³n se aplica con carΓ΅cter general y estΓ΅ en la lΓnea de otras similares en la DUDH y de documentos posteriores sobre los "derechos humanos".De este modo, la DeclaraciΓ³n sugiere un punto de vista, bastante comΓΊn en el doctrinario ideolΓ³gico de izquierdas, que afirma la existencia de un orden universal de las cosas contra el que toda oposiciΓ³n debe prohibirse, dado que sus objetivos ΓΊltimos son inequΓvocamente transparentes y buenos (al contrario que los de las autoridades menores), por mucha sangre que derramen en el proceso de su aplicaciΓ³n.Otras disposiciones insinΓΊan la construcciΓ³n de un nuevo orden:
"Toda persona tiene derecho a un orden social internacional en el que los derechos y libertades que se afirman en esta DeclaraciΓ³n, puedan realizarse completamente".[ArtΓculo 28]."La educaciΓ³n debe promover el entendimiento, la tolerancia y la amistad entre las naciones y grupos raciales o religiosos, y deben reforzar las actuaciones de las Naciones Unidas en pro del mantenimiento de la paz".[ArtΓculo 26, pΓ΅rrafo 2]. Todos los niΓ±os deben educarse para aceptar ese nuevo orden mundial proyectado, que garantizarΓ΅ una serie de "derechos civiles, polΓticos, econΓ³micos, sociales y culturales". En la tradiciΓ³n anglosajona, los dos primeros se consideran restricciones aplicables al Gobierno, aunque gozan de excepciones, en aras de la polΓtica pΓΊblica (por ejemplo, "el orden y el bienestar pΓΊblicos") tan amplias, que son bastante poco sΓ³lidos. Los tres siguientes provienen de la tradiciΓ³n europea y son de tendencia socialista.
"Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a disfrutar de una seguridad social y, a travΓ©s del esfuerzo nacional, la cooperaciΓ³n internacional y, en funciΓ³n de la organizaciΓ³n y los recursos de cada Estado, a la satisfacciΓ³n de los derechos econΓ³micos, sociales y culturales indispensables para garantizar su dignidad y el libre desarrollo de su personalidad".[ArtΓculo 22]."Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado para su salud y bienestar, y los de su familia...".[ArtΓculo 25, pΓ΅rrafo 1]."Toda persona tiene derecho a un puesto de trabajo, a la libre elecciΓ³n del mismo, a unas condiciones justas y favorables y a la protecciΓ³n contra el desempleo".[ArtΓculo 23, pΓ΅rrafo 1]."Todo trabajador tiene derecho a percibir una remuneraciΓ³n justa que garantice, para Γ©l y para su familia, una existencia digna y, si procede, a otras formas de protecciΓ³n social".[ArtΓculo 23, pΓ΅rrafo 3]."Toda persona tiene derecho al ocio y al descanso, incluyendo una limitaciΓ³n razonable de las horas de trabajo y vacaciones pagadas periΓ³dicas".[ArtΓculo 24]. El artΓculo 22 sugiere una cierta deferencia hacia la organizaciΓ³n de un estado determinado y, por tanto, parece que deja la puerta abierta a soluciones no estatistas. No obstante, esos beneficios sociales, econΓ³micos y culturales a los que, se dice, todo el mundo tiene derecho, son tan amplios que implican una fΓ©rrea administraciΓ³n centralizada de la vida social; de otro modo, no podrΓan garantizarse y, por tanto, perderΓan todo sentido prΓ΅ctico. La referencia al "esfuerzo nacional" va, precisamente, en esa direcciΓ³n. La DUDH, por tanto, se puede considerar socialista o, al menos, fuertemente tendente al concepto del Estado del Bienestar, aunque no exige ningΓΊn tipo concreto de organizaciΓ³n del Γ΅mbito econΓ³mico.Los neoconservadores que respaldan la DUDH argumentan que sus disposiciones a favor de la familia refutan cualquier afirmaciΓ³n de la esencia izquierdista y estatista del documento, y seΓ±alan que se declara que "la familia es la unidad natural y fundamental de la sociedad" (ArtΓculo 16, pΓ΅rrafo 3), defiende un salario familiar (ArtΓculos 23 y 25) y otorga a los padres el derecho a decidir la educaciΓ³n de sus hijos (ArtΓculo 26, pΓ΅rrafo 3).La cuestiΓ³n es que un puΓ±ado de disposiciones aisladas no bastan para cambiar la naturaleza de la DeclaraciΓ³n que, de forma clarΓsima, se aleja de relaciones y autoridades locales, y se aproxima a unos esquemas universales que sΓ³lo pueden ser llevados a la prΓ΅ctica por medio de la burocracia. La familia no estΓ΅ aislada del mundo que la rodea, y la experiencia demuestra que, en el ambiente del Estado del Bienestar, se fragmenta. El pΓ΅rrafo 2 del ArtΓculo 25, que afirma que "todos los niΓ±os, hayan nacido o no en el seno de un matrimonio, tienen derecho a disfrutar de la misma protecciΓ³n social", puede interpretarse como un sΓntoma de lo que estaba por venir: que la afirmaciΓ³n de que si el matrimonio tiene alguna importancia como instituciΓ³n social, los niΓ±os que nazcan bajo Γ©l han de tener mΓ΅s protecciΓ³n social que los que nazcan fuera de Γ©l, acabe considerΓ΅ndose contraria a la DUDH. Es por esto por lo que el respaldo de la DeclaraciΓ³n a la familia es mΓ΅s que dudoso.Y lo que estaba por venir despuΓ©s de la DUDH, evidentemente, era la radicalizaciΓ³n del movimiento pro-derechos humanos. Y es que, resulta obvio que, hoy en dΓa, entre tales derechos se incluye uno, universal, a disfrutar de un Estado de Bienestar polΓticamente correcto. Por ello, el Convenio Internacional por los Derechos EconΓ³micos, Sociales y Culturales, uno de tantos acuerdos que, junto con la DUDH conforma la DeclaraciΓ³n Internacional de los Derechos Humanos, establece "el derecho de todo individuo a un nivel de vida adecuado… y a la mejora continua de la calidad de vida", ademΓ΅s del "disfrute del mΓ΅ximo nivel posible de salud fΓsica y mental". Todos los paΓses estΓ΅n obligados a garantizar estos derechos "con todos los medios de que dispongan… de todas las maneras apropiadas, incluyendo, especialmente, la adopciΓ³n de medidas legislativas". El bienestar econΓ³mico y sanitario universal son objetivos deseables. Lo difΓcil es, sin embargo, imaginar cΓ³mo se puede garantizar ese bienestar, para todos los individuos, en todas partes, sino es recurriendo a una especie de Estado del Bienestar omnipresente.Los aspectos polΓticamente correctos de los documentos posteriores a la DeclaraciΓ³n son aΓΊn mΓ΅s ambiciosos. Bastan unos pocos ejemplos para ilustrar esta afirmaciΓ³n:1. La ConvenciΓ³n para la EliminaciΓ³n de Cualquier Forma de DiscriminaciΓ³n hacia las Mujeres, que fue ratificada por 170 paΓses (entre los que no se contaba Estados Unidos) pide, explΓcitamente, la reeducaciΓ³n masiva y polΓticamente correcta de sociedades enteras. Exige a los gobiernos que "tomen todas las medidas necesarias para modificar los patrones de conducta social y cultural de hombre y mujeres, con la vista puesta en la eliminaciΓ³n de prejuicios y arbitrariedades, y de cualquier prΓ΅ctica que se base en… los roles estereotΓpicos de hombres y mujeres".2. La ConvenciΓ³n para los Derechos del NiΓ±o (CRC, por sus siglas en inglΓ©s) es el tratado internacional mΓ΅s respaldado de la Historia; los ΓΊnicos dos paΓses que no lo han ratificado son Estados Unidos y Somalia. Sus disposiciones son la prueba de hasta quΓ© punto la ideologΓa progresista es capaz de triunfar sobre la realidad y el sentido comΓΊn en los documentos sobre los Derechos Humanos. A primera vista, la CRC garantiza unas libertades en lo referente al derecho a recibir informaciΓ³n (ArtΓculo 13) y al de asociaciΓ³n (ArtΓculo 15), que son tan amplias que acaban convirtiendo la simple supervisiΓ³n paterna de lo que los niΓ±os ven en la televisiΓ³n, o de sus reuniones, como una cuestiΓ³n de Derechos Humanos.3. Las aplicaciones de la CRC tampoco son mucho mΓ΅s tranquilizadoras: el comitΓ© de la ONU encargado de dicha aplicaciΓ³n, reprendiΓ³ al Reino Unido por permitir que algunos padres sacaran a sus hijos de unos cursillos escolares de educaciΓ³n sexual. Y la FederaciΓ³n Internacional de PlanificaciΓ³n Familiar, una organizaciΓ³n influyente y respetada en el Γ΅mbito de los gestores de los Derechos Humanos, en las Naciones Unidas, aparentemente defiende que la CRC respalde el derecho de los niΓ±os a ser sexualmente activos y a abortar cuando lo estimen necesario, independientemente de las leyes y costumbres locales, y sin contar con el consentimiento o la mediaciΓ³n de los padres.No parece que estΓ© muy claro quΓ© tiene que ver todo esto con lo que la mayorΓa de la gente entiende por protegerse de una violaciΓ³n de los Derechos Humanos, o por quΓ© ha de ser necesario redactar extensΓsimos acuerdos internacionales que regulen aspectos de la vida que son tan locales y que estΓ΅n tan arraigados en las tradiciones morales y religiosas de cada regiΓ³n del mundo, como el cuidado de los niΓ±os o las nociones populares de lo que debe ser el comportamiento apropiado de hombres y mujeres.Es evidente que se ha perdido el norte y que se ha utilizado el deseo, tan extendido, de evitar que horrores como el del Holocausto puedan repetirse, para defender objetivos discutibles. Tampoco es que sea Γ©ste un problema nuevo: la interpretaciΓ³n de la DUDH que se ofrece en este artΓculo demuestra que, desde el principio, se ha tendido a transformar los Derechos Humanos, de unos pocos principios universalmente aceptados que prohibieran atrocidades evidentes como la esclavitud, la tortura o el genocidio, a una extensa normativa para ordenar todas las sociedades mundiales.Precisamente, del intento de crear semejante normativa, por parte de diplomΓ΅ticos y expertos internacionales, surgen los defectos del movimiento pro Derechos Humanos, porque se estΓ΅n ignorando los principios fundamentales de un gobierno libre: que el poder no debe ir de arriba abajo, que el orden pΓΊblico y la moral emanan de la historia, se reflejan en la experiencia concreta y deben ser definidos y observados por cada individuo, dentro de un orden bastante flexible. Ese es el significado del auto-gobierno. Los gobiernos de los Estados Unidos y de JapΓ³n no son iguales y, por eso, no se les puede obligar a que actΓΊen igual, ya que las diferencias que existen entre ellos afectan, inevitablemente, a la interpretaciΓ³n que dan a derechos y obligaciones. Aunque las formas sean las mismas, el fondo difiere en ciertos aspectos.El problema que plantea un cΓ³digo de conducta que vaya mΓ΅s allΓ΅ de la mera prohibiciΓ³n de acciones claramente abusivas, es que no se puede basar en la experiencia y el punto de vista de cualquier sociedad. Al exceder los principios mΓ΅s abstractos y limitados (y ha de hacerlo, para tener alguna utilidad), no hace sino reflejar el enfoque particular de quienes lo redactan, el de sus amigos, el de sus allegados y el de sus aliados. Es precisamente ese enfoque particular el que hace que un cΓ³digo Γ©tico universal se convierta en algo autoritario allΓ΅ donde se aplique. Por esto, no sorprende que la tendencia mΓ΅s llamativa de los "derechos humanos" perfilados por la ONU, consista en transferir el poder, de las instituciones locales y privadas, a una serie de expertos y de Γ©lites internacionales que son quienes los redactan (y que no ven ningΓΊn problema en decirle al Mundo cΓ³mo debe comportarse). Es lΓ³gico, por tanto, que haya unas tendencias socialistoides y antifamiliares inherentes a la DeclaraciΓ³n.ΒΏY ahora quΓ©?Los derechos humanos progresistas, igual que la doctrina progresista en general, tienen una serie de fallos muy importantes, y han sido criticados enΓ©rgicamente tanto por la Derecha tradicional, como por la Izquierda relativista o por los realistas escΓ©pticos. El socialismo, la correcciΓ³n polΓtica y el gobierno mundial no son sino intentos de demoler completamente las diferencias entre clases, pueblos y otros grupos; diferencias que son, hasta cierto punto, inevitables en cualquier sociedad humana. La historia del siglo pasado demuestra hasta quΓ© punto pueden resultar devastadores tales intentos, y por esto, el gobierno estadounidense no debe respaldarlos. La conclusiΓ³n es que no podemos aceptar totalmente el movimiento pro Derechos Humanos tal y como se ha entendido hasta ahora.Hay que decir, no obstante, que la idea de unos Derechos Humanos ha probado ser bastante efectiva a la hora de promover el rechazo a las maldades mΓ΅s evidentes, y es por esto por lo que el concepto se ha granjeado el apoyo de mucha gente a lo largo y ancho del mundo, incluyendo a muchas personas cuyos principios chocan frontalmente con los del progresismo. A pesar de las dificultades que se plantean a la hora de definirla de modo concreto, la idea de los Derechos Humanos representa el principio Γ©tico de que hay una serie de normas de conducta universales a las que todo gobierno deberΓa ceΓ±irse. Y este es un principio que merece la pena salvaguardar, por cuanto ha erosionado a muchos tiranos y ha espoleado a los reformistas en todas partes, desde China a SudamΓ©rica y, en algunas ocasiones, sus resultados han sido tan beneficiosos y espectaculares como la caΓda del Muro de BerlΓn.Hay regΓmenes que actΓΊan de un modo espantoso. Y, normalmente, no sΓ³lo suponen un peligro para los ciudadanos de paΓses vecinos, sino tambiΓ©n para los propios. En el mundo MusulmΓ΅n, hoy dΓa, la nociΓ³n de unos derechos universales del ser humano puede servir de respaldo a alternativas a las interpretaciones del Islam agresivas e intolerantes que ponen en jaque la paz y el bienestar de todos nosotros. Es por este motivo por lo que denunciar los abusos y las atrocidades de determinados regΓmenes, no sΓ³lo es bueno polΓticamente, sino tambiΓ©n moralmente. El concepto de "Derechos Humanos" supone la definiciΓ³n de un lenguaje, sin el cual, difΓcilmente podrΓan llevarse a cabo dichas denuncias y, por ello, la defensa de tales derechos debe seguir siendo uno de los pilares de la polΓtica exterior estadounidense. Para conseguirlo, es necesario que haya una cierta continuidad en determinadas instituciones y compromisos. Sin embargo, si queremos garantizar que los "derechos humanos" promueven, efectivamente, la libertad y el bienestar, hemos de oponernos a cualquier interpretaciΓ³n, que se haga de ellos, encaminada a derruir el concepto de autogobierno y a expandir, de forma irrestricta, los poderes y competencias de los regΓmenes.En ocasiones, aunque unos principios sean correctos en su origen, acaban por volverse inadecuados si se mantienen inalterados a lo largo del tiempo; es por esto por lo que la defensa de los intereses nacionales requiere cierta flexibilidad. No obstante, dado que estamos tratando un asunto que linda con los fundamentos esenciales de la libertad y el bienestar de los paΓses, es necesario tener las cosas claras: Estados Unidos debe defender rotundamente su propio concepto de los derechos humanos y su papel en el orden internacional. No podemos aceptar o alabar los "estΓ΅ndares internacionales" por el simple hecho de que son el producto de determinados organismos y porque las clases dirigentes de otros paΓses los hayan ratificado, por la razΓ³n que sea. (Razones entre las que se suelen contar, por cierto, el prestigio nacional, la indiferencia ante compromisos difΓcilmente defendibles y la inevitable atracciΓ³n que las clases dirigentes sienten por cualquier cosa que implique centralizaciΓ³n y por cualquier tipo de convenio que consiga que no se les pueda pedir responsabilidades).La postura de Estados Unidos en lo que respecta a los derechos humanos deberΓa ser la de subrayar la preocupaciΓ³n, nacida tras el Holocausto, por la protecciΓ³n contra regΓmenes cuyas acciones son tan tremendas que llegan a causar el rechazo internacional, y la de enfatizar la tradiciΓ³n anglosajona de la limitaciΓ³n del poder del gobierno. DeberΓa, ademΓ΅s, oponerse a unos derechos humanos entendidos como la promociΓ³n de la equidad y el estado del bienestar a travΓ©s de continuas intervenciones burocrΓ΅ticas en la sociedad civil, aunque podrΓa aceptarse la mitigaciΓ³n de las desigualdades y la asistencia a los pobres como metas vΓ΅lidas que cada pueblo trate de alcanzar del modo que considere mΓ΅s conveniente. Por esto, convendrΓa refutar el dogma actual que proclama que los derechos humanos y cualquier cosa que tenga relaciΓ³n con ellos, forman un todo indivisible. SerΓa recomendable que se resaltaran las ventajas de la independencia y el autogobierno de todos los paΓses y de un enfoque limitado y concreto de los derechos humanos, haciendo notar, sin ambages, las implicaciones totalitarias que tiene el concepto contrario. AdemΓ΅s, Estados Unidos deberΓa mostrarse muy escΓ©ptico ante cualquier propuesta de convertir los derechos humanos en obligaciones legales formales, en lugar de compromisos polΓticos comunes."Los derechos humanos internacionales" son polΓticos, y lo mΓ΅s probable es que lo sigan siendo. Son prueba fehaciente de ello cosas como la Conferencia de las Naciones Unidas contra el Racismo, en Durban (con Libia a la cabeza), o los intentos, por parte de extremistas culturales, de camuflar sus programas ideolΓ³gicos bajo la apariencia de derechos humanos. SerΓa mucho mΓ΅s honesto y productivo admitir abiertamente esta circunstancia y actuar en consecuencia: los derechos humanos no son un cΓ³digo Γ©tico, sino un sΓmbolo polΓtico que se encuentra detrΓ΅s de cualquier logro alcanzado por sus promotores. Si las denuncias del comportamiento indignante de Γ©stos, la apelaciΓ³n a unos valores comunes y la afirmaciΓ³n retΓ³rica de ciertos principios universales no bastan para unir a la oposiciΓ³n, mucho menos lo conseguirΓ΅ el hecho de que varios abogados internacionales consideren que la conducta de dichos promotores choca con sus declaraciones formales.La interpretaciΓ³n de los derechos humanos que se sugiere aquΓ serΓ΅ mucho mΓ΅s efectiva si Estados Unidos respeta, cuanto sea posible, los compromisos y sΓmbolos ya establecidos. Dado que el concepto de "derechos humanos" es, en esencia, debatible, puede sernos ΓΊtil una nueva lectura del mismo. Hemos demostrado que, si se interpreta literalmente, la DUDH no sΓ³lo aparece plagada de errores sino que, incluso, resulta peligrosa. Por ejemplo, las disposiciones concernientes a la peticiΓ³n de asilo, estΓ΅n manchadas con la sangre de la OperaciΓ³n Keelhaul (Pasar por la quilla). Por tanto, hemos de insistir, la declaraciΓ³n no debe interpretarse de un modo fundamentalista, sino como un documento histΓ³rico, reflejo de la Γ©poca en la que se redactΓ³, pero que ha de entenderse a la luz de la experiencia y la reflexiΓ³n posteriores.La DUDH no se redactΓ³ con el Γ΅nimo de que se convirtiera en la ΓΊltima palabra, sino en una declaraciΓ³n de principios y aspiraciones. Sus objetivos principales han sido respaldar la idea de que el gobierno no debe ser absoluto, y hacer las veces del sΓmbolo del compromiso comΓΊn por un mundo mejor. Proponer que la visiΓ³n estadounidense de los derechos humanos es la mΓ΅s apropiada en la actualidad implica afirmar que la DUDH debe interpretarse en consecuencia, esto es, que las disposiciones que promueven el logro de metas sociales han de perder mucho peso, en favor de las que limitan la acciΓ³n de los gobiernos, y que los derechos humanos deben aplicarse, en la misma medida, a las causas defendidas por los progresistas y a las que nos les gustan. Estos son los argumentos que Estados Unidos deberΓa utilizar en el foro mundial, abierta, honesta y enΓ©rgicamente, ya que, a no ser que prevalezcan, lo mΓ΅s probable es que los "derechos humanos" sirvan de avanzadilla de la tiranΓa, y no de la libertad y el bien pΓΊblico.
Enviado por Jim Kalb TraducciΓ³n: Γ�ngel Vaca Quintanilla Contactar http://www.liberalismo.org
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